domingo, 27 de marzo de 2011

Autocensura

Como parte de la embestida secreta para afianzar el poder reteniéndolo en sus manos impidiendo por todos los medios posibles la pérdida de la Presidencia en las elecciones del 2012, TELEVISA (de la cual ya se ha documentado bastante en los trabajos de Spectator) y su hermana siamesa TV AZTECA impulsaron un acuerdo entre los medios de comunicación recurriendo a sus mejores estrategas de mercadotecnia para convencer a los demás medios de comprometerse a firmar y respetar un “acuerdo” que aparentemente es algo que beneficia a México. Y no sólo convencieron a muchos medios de unirse al “pacto”, sino que convencieron también a muchas personalidades importantes que ingenuamente cayeron en la trampa sin darse cuenta de lo que realmente se estaba suscribiendo. Para formalizar dicho “acuerdo”, el vehículo utilizado por el duopolio televisivo fue la llamada Iniciativa México (de la cual Spectator ya ha hablado previamente). De este modo, en una ceremonia televisada en cadena nacional y ampliamente publicitada por el duopolio, representantes de 715 medios de comunicación, entre estaciones radiofónicas, periódicos y medios oficiales, se dio a conocer el “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia”, en el marco de la segunda emisión de Iniciativa México 2011, impulsada por Televisa y TV Azteca. El evento, realizado en el Museo Nacional de Antropología, contó con la presencia de los presidentes de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, y de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego. La conducción estuvo a cargo de Carlos Loret de Mola, de Canal 2, y de Sergio Sarmiento, de Canal 13. En dicho evento, los conductores destacaron que “por primera vez en la historia de México”, 50 directivos de medios de comunicación se unieron para firmar un protocolo que ampara la seguridad de los reporteros que cubren la información vinculada al crimen organizado.

Este acuerdo contiene 10 puntos de “criterios editoriales” a los que se deben ceñir los medios firmantes:

1.-Tomar postura en contra de la violencia motivada por el crimen organizado.
2.-No convertirse en voceros “involuntarios” del crimen organizado.
3.-Dimensionar (sic) adecuadamente la información.
4.-Atribuir responsabilidades explícitas.
5.-No prejuzgar culpabilidades.
6,-Cuidar a las víctimas y a los menores de edad.
7.-Alentar la participación y la denuncia ciudadana.
8.-Proteger a los periodistas, a través de la adopción de protocolos y medidas de seguridad para los reporteros que cubren la información.
9.-Solidarizarse ante cualquier amenaza o acción contra reporteros y medios.
10.-No interferir en el combate a la delincuencia.

El documento también fue respaldado por 45 representantes de organizaciones sociales y civiles, así como más de 250 personas que firmaron como adherentes, entre las que se encuentran académicos, intelectuales y empresarios, la mayoría, colaboradores editoriales de los grandes grupos mediáticos. Entre los “testigos ciudadanos” del acuerdo figuraron los rectores de la UNAM, José Narro Robles; del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Manuel Durán; el presidente de Transparencia Mexicana, Federico Reyes Heroles; el presidente de la Asociación Internacional de Universidades, Juan Ramón de la Fuente, y el poeta y escritor Homero Aridjis. Algunas de las organizaciones sociales que firmaron el acuerdo son la Asociación Alto al Secuestro, de Isabel Miranda de Wallace; Causa Común, de María Elena Moreira; Artículo 19 para México y Centroamérica, A Favor de lo Mejor en los Medios y el Consejo de la Comunicación, así como el Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.

En la ceremonia, participaron los principales comunicadores estrella de los medios de comunicación electrónicos más importantes como Joaquín López Dóriga, de Televisa; Javier Alatorre, de TV Azteca; Adriana Pérez Cañedo, de Canal Once, José Cárdenas, de Radio Fórmula, Pedro Freís de Con, de Grupo Imagen.

Cabe destacar que un sector muy importante de medios impresos y electrónicos no participaron en el acuerdo, entre ellos, MVS Multivisión, propietario de MVS Radio y Grupo Dish; Grupo Reforma, el periódico La Jornada, la revista Proceso, Diario de Yucatán, así como otros grupos radiofónicos locales de amplia penetración. Es muy posible que se hayan dado cuenta de la trampa, es muy posible que se hayan dado cuenta de la presencia en el documento del caballo de Troya.

Podemos equiparar al acuerdo con un delicioso y muy apetecible pastel de chocolate para el cual se han utilizado los mejores ingredientes, la mejor crema de cacao, miel de abeja en vez de azúcar, la más fina colección de avellanas y nueces finas, con unas apetecibles cerezas puestas encima del betún de chocolate. Al probar una tajada del pastel éste tiene un sabor exquisito, y no hay nada malo en el pastel en sí. Todo está muy bien, excepto que las cerezas están envenenadas, y están envenenadas con un veneno tan potente que una vez ingeridas sus efectos son necesariamente mortales.

¿Y en qué consiste la trampa en el “acuerdo”?

Hay que fijarse muy bien en el “punto de acuerdo” que estipula: Dimensionar (sic) adecuadamente la información, en el cual mañosamente no se dan detalles (lo que usualmente se conoce como la “letra chiquita de imprenta” en los contratos) pero que de cualquier manera se espera que sea cumplido por todos los medios que se suscribieron al acuerdo. En realidad, esto viene siendo un acto de autocensura mediante el cual se espera que ningún medio de comunicación masiva siga publicando fotografías de cadáveres tendidos en el pavimento, decapitados, descuartizados, y demás material sobre las miles de víctimas que le ha dejado a México la guerra de legitimación emprendida por Felipe Calderón, por lo menos 35 mil cadáveres y “daños colaterales” al momento de suscribirse el “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia”. Lo que menos quiere el PAN-Gobierno y la ultraderecha que lo tiene infiltrado es que estos testimonios gráficos se sigan publicando justo hasta el día en que se celebren las elecciones del Estado de México en el 2011 y justo hasta el día en que se celebren las elecciones presidenciales en julio del 2012, porque estos testimonios gráficos son la mejor propaganda en contra del PAN-Gobierno para sacarlo a puntapiés de la silla presidencial en las elecciones presidenciales del 2012. Son el recordatorio constante de la enorme tragedia que le ha significado a todo un país el arribo de los ultraconservadores al poder. Los golpistas del neo-fascismo se oponen terminantemente a la publicación continuada de estos testimonios gráficos con la misma tozudez con la cual los Nazis de la Alemania derrotada se oponían a la publicación de las terribles fotografías que mostraban los horrores cometidos en los campos de concentración. Los Nazis hubieran querido que jamás se hubiera publicado en ningún medio una sola de esas fotografías para que así no hubiera la reacción que los Nazis esperaban que se habría desatado en contra de ellos si aparecían publicados los testimonios gráficos sobre esos terribles secretos que tan celosamente estuvieron ocultando Hitler y Himmler sobre sus numerosos crímenes de lesa humanidad en la creencia de que tales cosas nunca se sabrían, del mismo modo que ahora se está tratando de impedir por todos los medios posibles la publicación del material que le dá a los electores mexicanos las mejores razones del mundo para ir a votar en contra del PAN-Gobierno en el 2012 quitándole el control de todas las dependencias federales. El no haber publicado las fotografías y los videos de los campos de concentración Nazis en lo que hubiera sido un acto injustificable de autocensura le habría dado a Hitler, aún ya muerto, un enorme e inmerecido triunfo, guardándole una “buena memoria”. Y del mismo modo, el dejar de publicar las fotografías y los videos documentales que muestran lo que ha ocurrido en México bajo el PAN-Gobierno sería darles un triunfo colosal precisamente a los mismos que en su propaganda chatarra hoy admiran a Hitler y a los Nazis, justo en la víspera de las muy importantes elecciones en el Estado de México y las aún más importantes elecciones presidenciales en el 2012.

Este golpe propinado por la ultraderecha Yunquista que ha estado infiltrando casi todos los estratos importantes de la sociedad mexicana capaces de formar una opinión informada llegó justo al mismo tiempo en el que una Jueza federal se tomó sobre sí (¿siguiendo instrucciones?) la tarea de sentar todos los precedentes jurídicos necesarios para posibilitar una censura total sobre todos los documentales que puedan ser elaborados en México, el bien conocido caso de la película-documental “Presunto culpable” que de manera contundente documentó la misma putrefacción moral del sistema jurídico mexicano que ahora la ultraderecha Yunquista está utilizando a su favor para llevar a México hacia su constitución en un virtual régimen totalitario; bajo la guía de personajes afines a los propósitos y los planes de la ultraderecha, claro está. El que todos estos incidentes estén ocurriendo de manera sincronizada justo al mismo tiempo apunta hacia un hecho trascendental: Cuando la ultraderecha encubierta de México, principalmente el Yunquismo, ese producto siniestro de la sociedad clandestina Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, decide atacar, lo hace abriendo varios frentes de guerra al mismo tiempo, los más que puedan, todo con el mismo propósito, con las mismas intenciones.

¿Y por qué no trató de emplear el PAN-Gobierno su poderío oficial para tratar de imponer directamente sobre los medios como censura lo que ahora sus esquiroles estan promocionando como autocensura? En cierta forma, y apenas con unas cuantas semanas de anticipación, eso fue precisamente lo que trató de hacer la Presidencia de México al tomarla en contra de la periodista Carmen Aristegui con el resultado de que los costos políticos del asunto excedieron con creces el precedente de castigo que se trató de imponer. Definitivamente, no es bueno ni sano hacer las cosas tan directamente cuando la ultraderecha encubierta aún no ha consolidado su control total sobre todo México, es mil veces preferible recurrir a conductos no-oficiales como ahora lo están haciendo, recurriendo a los monopolios TELEVISA y TV AZTECA que seguramente están a la espera del consabido pago de facturas.

El “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” destaca no sólo por el mañoso punto 3 injertado con dolo y con doble intención enmascarado entre los demás puntos para desvíar la atención del mismo (si se hubiera promovido un “acuerdo” que constara únicamente del punto 3, hasta un niño de primaria se habría dado cuenta del verdadero objetivo del “acuerdo”). Destaca también por lo que está ausente. Si de lo que se trataba era de impedir una glorificación de la violencia, este no era el objetivo, y la prueba de ello está en que el “acuerdo” no incluyó y dejó terminantemente fuera por completo cualquier tipo de censura en contra de la transmisión al aire de películas con violencia extrema y actos de sadismo brutal y explícito. Desde que se pactó el “acuerdo”, ambas televisoras siguen transmitiendo al aire películas de contenido extremadamente violento con escenas sangrientas de sadismo extremo (las que les producen sus “ratings” más redituables), y no lo hacen a la medianoche sino a todas horas del día en horarios en los cuales los niños mexicanos tienen acceso a dichos programas. Nunca fue la intención ni del PAN-Gobierno ni del duopolio de televisoras actuar como dique en contra de la programación que promueve la violencia y los hechos de sangre. El objetivo siempre fue, y sigue siendo, impedir la transmisión de noticias duras y cruentas que muestran la lamentable condición en la cual se encuentra el país tras 10 años de PAN-Gobierno.

Al momento de suscribirse el “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia”, habían transcurrido ya más de cuatro años desde el arribo de Felipe Calderón a la silla presidencial. ¿Y por qué hasta ahora de repente tanta prisa en tratar de comprometer a todos los medios en una autoinmolación que le priva a los mexicanos de su derecho a mantenerse debidamente informados? Pues precisamente por las razones que se acaban de dar.

¿Realmente espera alguien que con el susodicho “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” dejará de cruzar la droga colombiana por México en su ruta hacia los Estados Unidos? Lo más seguro es que no dejará de pasar ni un solo gramo de la droga que tanto se necesita en la sociedad norteamericana para poder seguir funcionando. ¿Realmente espera alguien que con el susodicho “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia” la violencia disminuirá y que los miembros de los cárteles dejarán de estarse matando entre sí? Esto tampoco sucederá, ni siquiera los promotores del “acuerdo” esperan tal cosa, porque no son esas las verdaderas razones por las cuales se impulsó dicho pacto. Las verdaderas razones están en las elecciones que se llevarán a cabo en el Estado de México en el 2011 en donde están tratando desesperadamente de descarrilar por todos los medios posibles al priista Enrique Peña Nieto que “amenaza” con sacar al PAN de Los Pinos en el 2012, y las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo en el mismo 2012. De eso se trata, a fin de cuentas, el verdadero motivo que está detrás de la fabricación de algo cuya única finalidad es mutilarle al pueblo de México las noticias de las que tiene pleno derecho de estar al tanto. Nada de andar publicando o de andar difundiendo imágenes grotescas que puedan hacer meditar a los electores en la posibilidad de propinarle al PAN-Gobierno un duro voto de castigo en tiempos electorales. Eliminar todo rastro de lo que pueda ser considerado propaganda negativa aunque no se trate de propaganda sino simplemente de información. ¿Y quiénes serán los encargados de denunciar a los medios que no respeten la autocensura que el duopolio televisivo ha logrado hacer tragar a sus ingenuos creyentes? Pues el mismo duopolio, naturalmente, principalmente TELEVISA que ya tiene tanta experiencia en embestir a los demás medios de comunicación como repetidamente lo ha hecho una y otra vez en el pasado reciente, con el jilguerillo Joaquín López-Dóriga repitiendo su papel editorialista en el cual se ha vuelto un consumado experto.

El siguiente editorial es uno de varios que ha puesto en tela los propósitos y las verdaderas intenciones del “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia”:

Medios: la mordaza se gestó en Los Pinos
José Gil Olmos
Revista PROCESO Num. 1795
26 de marzo del 2011

Todo empezó con una petición presidencial. La mañana del 5 de agosto de 2010 Felipe Calderón se reunió en Los Pinos con los dueños de las principales cadenas de radio y televisión y de periódicos y revistas. El presidente les pidió “ser parte de su estrategia” de guerra contra el narcotráfico, “autorregular” sus contenidos, impulsar la idea de que el Gobierno iba ganando la batalla y “evitar” entrevistar “criminales” para no convertirlos en héroes.

Siete meses después llegó el resultado. El jueves 24 de marzo de 2011 se dio a conocer el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia signado oficialmente por 715 medios –aunque a la firma asistió apenas media centena– en un acto encabezado por las dos principales cadenas de televisión, Televisa y Televisión Azteca.

Pedro Torres Estrada, subdirector editorial de El Diario, de Ciudad Juárez, afirma en entrevista telefónica: “Sospechamos que detrás de todo esto están las manos del Gobierno”.

Comenta a Proceso que hace unas semanas Claudio X. González, en nombre de la Fundación Televisa, los invitó a firmar el documento. Rechazaron la invitación. “Nos dijeron que el presidente Calderón estaba interesado en tener una reunión previa el martes en Los Pinos o en algún otro lugar, y que le daría mucho gusto que estuviéramos presentes. Dijimos que muchas gracias, pero que no”.

-¿Ven una posibilidad de censura?

-Sospechamos que esto no es tan ciudadano. Si nos vamos hacia atrás y revisamos las expresiones de los gobiernos en relación con la cobertura de la violencia, muchas de esas están implícitas en el acuerdo. Nos acusan de ser apologistas de la violencia, de que estamos creando héroes de delincuentes. Creemos que, en determinado momento, detrás de esto pudiera estar la mano del Gobierno.

El comunicólogo Raúl Trejo Delarbre aporta un punto de vista distinto, pero complementario: el acuerdo, dice, responde claramente a los intereses empresariales de Televisa y TV Azteca, que necesitan “legitimación” en momentos en que se enfrentan con el gigante de las telecomunicaciones: el Grupo Carso.

“Puedo decir con toda responsabilidad, pero sin citar mi fuente, que directores de varios medios me confirmaron que fue de las oficinas corporativas de Televisa de donde los llamaron para invitarlos a sumarse a este documento”, afirma Trejo, presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información.

Agrega en entrevista con Proceso que para Televisa y TV Azteca el acuerdo es en realidad “un acto de propaganda” y que por eso fue presentado en un “escenario lamentable” y “espectacularizado”: el Museo de Antropología convertido en un set de televisión.

Regulación

Regular la cobertura informativa sobre el narco ha sido un propósito de Calderón desde hace años. En noviembre de 2009 se realizó en Boca de Río, Veracruz, el congreso Ciudadanía y Medios. Acción Conjunta, organizado por el gobierno de la entidad y la Procuraduría General de la República. Participó Margarita Zavala, esposa del presidente. Uno de sus principales resolutivos fue que los medios “no otorgarían espacios a los mensajes de los grupos delictivos ni a sus representantes”.

El 5 de agosto de 2010, en aquella reunión en Los Pinos, Calderón insistió en el tema al pedirle a los dueños de medios que se sumaran al Diálogo por la Seguridad. Hacia una Política de Estado.

La reunión fue privada. Entre los asistentes estaban directivos de Televisa, TV Azteca, Radio Mil, Organización Editorial Mexicana, El Universal, MVS, Radio Fórmula, Grupo ACIR, de la Cámara Nacional de la Industria de Telecomunicaciones por Cable, de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT), del Grupo Milenio, Radiorama, Radio Centro y de los periódicos Unomásuno, La Crónica, La Jornada, La Razón y Rumbo de México.

El 9 de noviembre de ese año, al inaugurar la sexagésima sexta asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, Calderón nuevamente habló del tema. Tras señalar que el crimen organizado se ha convertido en “el mayor riesgo al ejercicio del periodismo y se levanta como la principal fuente de restricción, intimidación y represión a la labor informativa”, pidió la regulación de los contenidos.

“Es necesario informar sin hacer apología del crimen, evitar hacer el juego a la agenda mediática de las organizaciones criminales; no se trata de ninguna manera de ocultar los problemas, sino reflejar la realidad y poner en perspectiva los grandes esfuerzos que hacemos para solucionar nuestros problemas; balancear la información, tomar en cuenta, sí, si es indispensable por el hecho mismo, noticioso, la voz intimidatoria de los criminales.”

El jueves 17 de marzo insistió, al borde del chiste: “Si yo no hubiera sido político a lo mejor me hubiera dedicado al periodismo, que también me gusta; es una profesión que respeto”, afirmó al intervenir en el foro México: Puerta de América organizado por el Grupo BBVA-Bancomer y el diario español El País.

“Hubiera hecho un periódico que se llamara Balance y en la primera plana pondría de un lado todas las noticias malas, las más importantes, y del otro lado todas las más importantes buenas noticias. Y en medio las buenas o malas sin clasificarlas ahí”.

Tras asegurar que las únicas que “asientan hechos totalmente objetivos e inocultables” son las notas deportivas, Calderón afirmó que “se debe equilibrar y poner en perspectiva lo que es México, no ocultar ni ignorar los problemas que hay en el país”.

De acuerdo con el acuerdo

Con la firma del Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia Felipe Calderón parece haber logrado uno de sus objetivos: aliarse con un sector de la prensa mexicana en su lucha contra el narcotráfico.

Horas después de la transmisión nacional del acto envió un mensaje desde Apodaca, Nuevo León: “Pienso que este acuerdo es una muestra muy clara de que la responsabilidad, cuando se ejerce plenamente por todos y en particular por los medios de comunicación, permite enfrentar de mejor manera el fenómeno de la violencia delictiva, de la violencia causada por los grupos y las organizaciones criminales que afectan a los mexicanos”.

Calderón necesitaba este acuerdo sobre todo porque encuestas publicadas el mes pasado indicaban que su popularidad ha bajado a 52%, lo que no se veía desde 2008, y se incrementó la percepción ciudadana en cuanto a criminalidad y violencia.

“Calderón ha estado incómodo desde hace años con la cobertura mediática de la violencia”, dice Raúl Trejo. “Cada vez que puede reitera su anhelo para que en México haya medios que vean tanto los asuntos buenos como los malos, pero a veces no hay muchos momentos buenos que cubrir. No sé si él auspició, pero sí aplaudió este acuerdo”, señala.

Medidas huecas

Durante la elaboración del acuerdo hubo miembros de la CIRT que plantearon la necesidad de darles a los reporteros seguros de vida, cursos de capacitación, protocolos de protección y mejores salarios. La mayoría de los que trabajan para los medios que suscribieron el acuerdo carecen de esas prestaciones. Algunos no tienen ni Seguro Social.

Pero las propuestas no prosperaron; se quedaron en el enunciado de “establecer mecanismos para la protección de los periodistas en situaciones de riesgo”.

Los anteproyectos del acuerdo, que Proceso pudo consultar, son sustancialmente distintos al documento final.

Por ejemplo en el segundo punto se proponía rechazar entrevistas “a miembros de las organizaciones del crimen organizado (sic) cuando exista sentencia condenatoria en su contra”. En la versión definitiva sólo se habla de “impedir que los delincuentes o presuntos delincuentes se conviertan en víctimas o héroes públicos” y “omitir y desechar información que provenga de los grupos criminales con propósitos propagandísticos”.

Los ausentes

Se dijo que el acuerdo estaba firmado por los principales medios de comunicación del país. Pero hubo ausencias. Algunos fueron invitados pero no quisieron participar, como El Diario de Ciudad Juárez, y otros de plano no fueron invitados, como La Jornada, Reforma, Proceso, Multivisión, TV Cable y muchos medios locales. De hecho aparecen pocos medios de las entidades en las que el crimen organizado es más violento, como Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Nuevo León.

Pedro Torres precisa que aunque el medio en el que trabaja fue invitado se decidió no firmar el acuerdo porque desde su perspectiva no se puede normar de manera tan general los criterios editoriales: la realidad de Juárez no es la misma que la de otras ciudades.

“No podemos trabajar en las mismas condiciones que los enviados que tienen más libertad en el manejo de la información que nosotros que permanecemos aquí cuando se publica la nota. Además hay cuestiones de seguridad que tenemos que tener presentes cada vez que se publica algo, y para la gente que escribe a la distancia es muy diferente la situación. Por eso no creemos que sea viable esta generalización de los criterios y de los principios para la cobertura de la violencia”.

En su editorial del viernes 25 el diario La Jornada cuestionó las razones que, dijo, “llevan a semejante ensayo por uniformar los criterios editoriales de la mayor parte de los medios del país y a buscar una suerte de verdad única en torno a una circunstancia nacional llena de ambigüedades, zonas grises, hechos que resultan incomprensibles con base a las versiones oficiales y una legalidad vulnerada por las organizaciones delictivas pero también por las dependencias públicas”.

Además critica que algunas empresas que encabezan el acuerdo, como TV Azteca, hayan pasado por encima de las leyes como en 2006, cuando “recuperaron” las instalaciones de Canal 40.

El editorial del diario desglosa el decálogo y señala que cae en linchamientos mediáticos, posibilidades de censura, peligro a la independencia editorial y “evoca las ideas expresadas hace unos días por el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, sobre lo que a su criterio debería ser la forma adecuada de hacer un periódico”.

Y remata: “Flaco favor le harán unos medios alineados por decisión propia en torno a una verdad única y uncidos de manera voluntaria a los triunfalismos, omisiones y extravíos del discurso oficial”.

La periodista Carmen Aristegui, en su columna del viernes 25 en el diario Reforma, asegura que algunos de los firmantes, en sus respectivas colaboraciones, han acusado a los que no suscribieron el acuerdo como “los mezquinos de siempre”. La conductora del noticiero matutino de MVS señala que es imposible sacudir la sospecha de que la pretensión final de todo esto es, parafraseando al especialista Edgardo Buscaglia, “gerenciar el flujo de la información”. Esto es, uniformar la información, y desde los medios, no desde la realidad, transformar la percepción de lo que está pasando.

“El acuerdo se firma en el momento en el que todos los indicadores apuntan al fracaso de la estrategia gubernamental”, asevera Aristegui.

Las siguientes fotografías son una muestra de cosas que los Nazis alemanes hubieran querido que jamás salieran a la luz pública para que así nadie se enterase jamás de lo sucedido:











Y hoy, como ayer, el PAN-Gobierno controlado detrás del telón por la ultraderecha que lo tiene infiltrado se encuentra desesperado ante la reacción que pueda tener el pueblo de México en contra suya en las urnas en las elecciones presidenciales del 2012 al ver las imágenes que son una muestra de cosas que el PAN-Gobierno no quiere que sigan saliendo ya a la luz pública por ningún medio para que así nadie se entere de la crudeza de lo que realmente está sucediendo en México (Spectator hace la advertencia previa a sus lectores de que algunas de estas imágenes son extraordinariamente brutales, pero desafortunadamente son un reflejo fiel de lo que está ocurriendo en el México de hoy, en caso de que no crean tener el estómago suficiente para proceder a verlas y para poder procesar mentalmente la crueldad y la brutalidad que muestran las imágenes que pese a todo representan la dura realidad del México de hoy):













Esto es lo que está ocurriendo hoy, en el México de hoy, en el México co-gobernado por Felipe Calderón junto con la Organización Nacional del Yunque, el mismo hombre que le pidió a la gente que votara por él en las elecciones presidenciales del 2006 “por tu seguridad y la de tu familia” porque supuestamente la otra opción, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, era “todo un peligro para México”. Felipe Calderón y la ultraderecha que lo acompaña y que cogobierna junto con él quisieran que todos los medios sacaran puras noticias “blancas”, optimistas, alegres, como las que ha estado sacando el gobierno federal panista con su costosa propaganda promocional construyendo realidades alternas tan falsas como las que construye la extrema derecha en la clandestinidad con sus fantasías extravagantes acerca de una “gran conspiración judía masónica comunista”, con todo y que a la gran mayoría de los mexicanos les preocupa mucho más cosas como las que documentan las fotografías puestas arriba que las locas fantasías neo-Nazis sobre “la gran conspiración judía”.

De cualquier manera, Spectator les tiene muy malas noticias a TELEVISA, a TV AZTECA, al PAN-Gobierno, a las sociedades secretas de ultraderecha radical como el Yunque y los Tecos, y a todos sus cómplices y comparsas que se les han unido a espera de ser recompensados por sus servicios: noticias y fotografías como éstas últimas van a seguir siendo dadas a conocer, si no en las televisoras y los que han decidido seguirles el juego autocensurándose, la difusión será a través de Internet en donde el enorme poderío de estos conspiradores llega a su fin. Y entre más censuren y se autocensuren y convenzan a los demás que también censuren y se autocensuren, mayores razones le darán al pueblo de México para procurar sus noticias y su información a través de Internet en lugar de andar perdiendo inútilmente el tiempo con jilguerillos semi-oficiales como el cada vez más desacreditado Joaquín López-Dóriga. No les funcionó bien a los Nazis y a dictadores fascistas como Francisco Franco y Augusto Pinochet el tratar de crear sus propias fantasías y su propia ilusión de la verdad ocultando lo que no querían que se supiera, a la postre al final se supo todo aunque no a la velocidad que en aquellos tiempos podría haberlos frenado en seco, y hoy al igual que ayer tampoco les funcionarán sus trampas y sus ardides y sus caballos de Troya a quienes creen ilusamente que pueden mantener engañado a todo un pueblo por tiempo indefinido. Spectator no piensa ni ha pensado por un solo momento en hacerles el juego para ayudarles a construír una imagen mercadotécnica de Disneylandia calderonizada y yunquificada; y menos sabiendo lo que realmente se traen entre manos.

jueves, 17 de marzo de 2011

Los nuevos rostros de la represión

Tras el descalabro que significó el principio de una intentona de represión y censura emprendida en contra de comunicadores de primer orden por atreverse a ventilar públicamente “asuntos de salud” que supuestamente no son incumbencia de la gente aunque los indiciados sean personajes cuya actuación pública en sus cargos afecte las vidas de todos los mexicanos, el ataque en contra de la libertad de expresión tomó un nuevo cariz cuando, extrañamente, se recurrió a una jueza federal y a un desconocido al que se le dió una importancia inusitada, para tratar de asentar una nueva vía para tratar de imponer eventualmente en México una censura típica de los países de corte totalitario, utilizando para ello de pretexto a una película-documental titulada Presunto culpable:

El amago de censura contra Presunto culpable, miedo a la verdad: intelectuales
Carlos Paul y Reyes Martínez
LA JORNADA
4 de marzo del 2011

Intelectuales pidieron detener el amago de censura que significa la orden de suspender la exhibición del documental Presunto culpable, emitida por la juez federal Blanca Lobo:





cuya decisión calificaron como "miedo a la verdad" que expone este retrato del sistema judicial y la procuración de justicia en México.

Vicente Leñero, Paco Ignacio Taibo II, Estela Leñero, Luis de Tavira, David Olguín y Ana Francis Mor se manifestaron sobre el tema en sendas entrevistas con La Jornada.

Vicente Leñero, periodista y narrador, afirmó que la decisión judicial “es evidentemente un acto de censura contra el cine, por más que se le disfrace de otra cosa. Y es una demostración de que la censura existe todavía en nuestro ambiente cultural”.

En tanto, el historiador Paco Ignacio Taibo II lamentó la determinación y dijo: “Es la misma historia de siempre, el mismo proceso de censura. Creo que los productores de la película estarán contentos porque la reacción popular desde abajo será hacer de la cinta una de las más vistas en México. Los censuradores deberían entender eso, pero nunca aprenden. Sin embargo, es muy confuso el entramado jurídico”.

Agregó: “¿Qué está detrás de ese testigo?, ¿el sistema judicial porque se siente ofendido? Lo que pensamos todos los mexicanos es mucho peor que lo que se dice en el documental: es un sistema judicial ineficiente, incapaz y mediocre”.

Por su lado, el director de teatro Luis de Tavira manifestó que “el documental Presunto culpable pone en evidencia la manera tan terrible de la procuración de justicia en nuestro país, lo que no es un secreto para nadie sobre lo que puede esperar un ciudadano mexicano frente a ese sistema”.

Resaltó que “más grave y torpe sería practicar la censura con el argumento que se quiera. Es algo que no podemos permitir. Tenemos que protestar en cada ocasión con toda la energía del caso, porque nada bueno puede salir de ahí. Ese tipo de acciones (judiciales) son los argumentos del miedo a la verdad, que es lo único que puede darnos la libertad; es lamentable e inaceptable lo que está pasando”.

Por su parte, la dramaturga Estela Leñero encontró “escandaloso el que siempre se quiera ejercer la censura con tintes legales. La ley de nueva cuenta se utiliza según conviene a los intereses que la ejercen, y en el caso de Presunto culpable es muy claro. El objetivo es enfriar la película al darse cuenta del impacto que ocasionó al retratar la realidad y los intereses que hay detrás del descuido del sistema judicial y la procuración de justicia. Todos sabemos que eso es una práctica generalizada y ese cuestionamiento no fue del gusto de mucha gente. Buscaron y encontraron el pretexto para que alguien hiciera tal demanda.

“Es un vil y evidente ejercicio de censura en el que el Poder Judicial se respalda con la ley, manipulándola a su gusto.”

Un secreto a voces

El director escénico David Olguín dijo: “El argumento que da Roberto Hernández, realizador del documental, es muy claro en el sentido de ventilar los procesos judiciales de manera pública. Lo que hace ese documento cinematográfico es exhibir un secreto a voces. Sin duda se trata de un crudo retrato del sistema de procuración de justicia y algo así provoca una respuesta como la que está dando el Poder Judicial: una censura. Un acto de esa naturaleza lo que hace es publicitar ese documento estremecedor, por lo que se requiere de un movimiento colectivo para defenderlo”.

Ana Francis Mor, actriz e integrante del grupo de teatro-cabaret Las reinas chulas, opinó que querer sacar de la cartelera cinematográfica un documental así es como buscar tapar el sol con un dedo. Es muy sabido que el sistema de procuración de justicia en nuestro país está para llorar, que funciona muy mal. Por eso es muy valioso un documental que justo retrata eso y que gracias a que está ahí pueden ocurrir cosas distintas”.

También destacó la labor de los realizadores de lo que consideró “una iniciativa ciudadana muy importante. En la sociedad civil nos hemos encontrado con que nos tenemos que proteger a nosotros mismos, que no podemos contar con el Estado para que garantice nuestros derechos y ese documental es una muestra más de ello. Me parece que a las autoridades les va salir más caro el escándalo, cuando la sociedad civil ya no está para eso”.

Sobre lo anterior, el siguiente análisis abre una perspectiva aterradora sobre la diversidad de tácticas y estrategias a las cuales parecen estar recurriendo las fuerzas más obscuras y ultraconservadoras de México para aplastar las pocas libertades que aún les quedan a los mexicanos:

La película: seis verdades y seis incógnitas
José Elías Romero Apís
Excélsior
11 de marzo del 2011

El escándalo ha estado empapado de confusión y desconcierto. Película acusada, perseguida, encarcelada unos días, liberada otros días y hoy en “libertad provisional”, cuyo affaire nos obliga a precisar, lo que podemos, y a dejar planteado lo que no podemos resolver.

Primera verdad. El entonces testigo y, después, quejoso y amparista, no tenía ningún derecho subjetivo de naturaleza autoral ni intimal como para que le tuvieran que pedir permiso con el fin de exhibir su imagen.

La legislación autoral tan sólo protege obras del hombre, pero no de la naturaleza. Por eso se puede retratar a los volcanes, los animales y hasta a las personas. Los medios impresos y electrónicos lo hacen a diario sin necesidad de permiso del dueño del rostro.

Tampoco había derechos a la intimidad en una audiencia que es pública por disposición constitucional y, en consecuencia, lo más alejado de la intimidad.

Segunda verdad. Si no había derechos subjetivos no puede haber violación de derechos subjetivos.

Tercera verdad. Si no hay violación de derechos, no hay violación de garantías individuales, de acuerdo con el 14 constitucional.

Cuarta verdad. Si no hay violación de garantías, no procede el juicio de amparo ni la suspensión del acto reclamado.

Quinta verdad. Por si fuera poco, al ya estar en aplicación el acto reclamado y al haber intereses públicos que pueden afectarse, como la libertad de expresión, no podía concederse la suspensión provisional, independientemente de que fuera un caso, que no lo es, en los que al final hubiere que conceder la suspensión definitiva.

Hasta aquí estas verdades, reducidas a su mínima expresión porque hay muchos desconciertos.

Si el espectador de este circo no es abogado y se siente confundido por el caudal de comentarios y discusiones, no se preocupe. No está mal en sus facultades de entendimiento.

La materia de amparo es de las más complejas de entender, incluso para los abogados experimentados.

Tampoco es extraño que un juez de amparo no entienda el amparo aunque, por otra parte, hay juzgadores muy conocedores y hasta sabios.

Ahora vamos con aquella masa oscura que no ha permitido ser conocida ni identificada.

Primera incógnita. ¿Quién está atrás del amparista?

Por lo que nos han dicho, este es un individuo de cortos alcances económicos y hasta culturales.

Pertenece a ese gran porcentaje de mexicanos que, desgraciadamente, no pueden pagar los miles o cientos de miles que los abogados cobramos por la tramitación de un juicio de amparo.

Segunda incógnita. Luego entonces, ¿a quién molesta la exhibición de la película o beneficia su prohibición?

Se ha hablado de la justicia local capitalina, de la justicia federal, de las procuradurías de justicia y de todo el sistema mexicano de enjuiciamiento, ¿o de ajusticiamiento?

Tercera incógnita. ¿Por qué la velocidad insólita e inusual en la tramitación de estos procesos? Algunos de ellos suelen tardar de dos a cuatro meses en su procesamiento.

Sin embargo, varias de estas instancias fueron tramitadas en unas cuantas horas y he escuchado, aunque no me consta, que estaban resueltas desde antes de iniciarse.

Cuarta incógnita. ¿Cómo puede resolverse favorablemente una demanda que no tiene ni pies ni cabeza?

Este es un caso que pudo haberse hasta desechado de entrada por ser notoriamente improcedente, como lo ordena la ley, y menos darle una rápida y cómoda victoria.

Esto contrasta con las muchas ocasiones en que nos cuesta todo un “calvario” obtener la protección judicial, no obstante que nos asistan argumentos válidos, procedentes y hasta inteligentes.

Quinta incógnita. ¿Por qué han surgido tantas voces importantes y famosas, aunque oficiosas e inoportunas, para defender actuaciones judiciales ajenas e indefendibles?

Por último, se me dirá que anuncié seis y me quedé en cinco.

La última es la conclusión. La sexta verdad es que lo que conocemos huele muy mal, pero la sexta incógnita es que puede ser que hieda peor.

Independientemente de que la corrupción imperante en el sistema judicial de México, la cual no mejoró en lo absoluto en los 10 años de desgobiernos panistas, tenía muy buenas razones para tratar de impedir la exhibición del documental Presunto culpable, varios analistas han hecho ver que, de salirse con la suya la Jueza utilizada para tal propósito, sentaría un precedente jurídico catastrófico: usando las mismas razones y los mismos pretextos para censurar y bloquear a la película “Presunto culpable”, se podría bloquear y censurar todo, absolutamente todo, lo que pueda exhibir y exponer las cosas malas que están sucediendo en México, aunque se trate de verdades documentadas con hechos y testimonios irrefutables. Estos poderes absolutistas de censura y represión del libre flujo de información es precisamente algo que ha distinguido a los regímenes totalitarios. En la Alemania Nazi, nada, absolutamente nada que pudiera cuestionar la forma en la cual Hitler estaba llevando al país a la catástrofe, podía ser publicado en la prensa o exhibido en algún documental. Lo mismo ocurrió en la España fascista de Francisco Franco. De igual manera se repitió esto mismo en el Chile de Augusto Pinochet y en la Argentina de la dictadura militar.

Con el fin de facilitar este tipo de golpes que acumulados uno tras otro están llevando a México paulatinamente hacia la instauración de una dictadura de extrema derecha, los conspiradores han estado incrustando gente afín a ellos en los más altos niveles del gobierno federal, y el Poder Judicial no es ninguna excepción a la regla, ya que este mismo poder en donde labora la Jueza Blanca Lobo ha sido penetrado al más alto nivel. Están en todas partes.

Si la Jueza Blanca Lobo (la cual hace honor a su apellido) no es más que otro engranaje dentro de una vasta maquinaria de infiltración que se ha estado apoderando paulatinamente del gobierno federal de México con la finalidad de consolidar la instalación de un gobierno paralelo sometido a las directivas secretas emanadas de los acuerdos tomados por un grupúsculo pequeño pero poderoso y extraordinariamente peligroso, esto explicaría la forma en la cual la Jueza se prestó a la intentona de sentar el precedente jurídico que obviamente quería sentar, y no se trataría tanto de lo que ella quiere sino de lo que otros -gente sin rostro que presuntamente la estarían utilizando- quieren. Las incógnitas señaladas por el analista José Elías Romero Apís necesariamente abren una nueva interrogante, porque en el México en donde ha estado operando y sigue operando libremente la Organización Nacional del Yunque, todo puede suceder.

En el siguiente editorial el analista pone sobre la mesa de discusión las terribles repercusiones del terrible precedente que las personas ocultas detrás de un virtual don nadie utilizado como fachada exterior para impulsar la instauración de una censura totalitaria están tratando de impulsar en México por todos los medios posibles:

Las miserias del Ministerio Público
Columna La República
Humberto Musacchio
Revista Siempre!
13 de marzo del 2011

Imaginemos que un periódico pública la foto de un testigo de cargo en el momento de rendir su declaración durante un juicio por homicidio. Supongamos también que el mismo medio impreso informa que el testigo, confrontado con el acusado fue incapaz de identificarlo como el culpable del delito que se juzga, lo que propicia una revisión del caso y un tribunal de circuito acaba por exonerar al acusado.

Y ya encarrerados en esto de imaginar, pongamos por caso que el testigo que nada atestiguó acusa al hipotético periódico de daños y perjuicios en su honor y en su honra, pues en esa foto sale despeinado y el texto de la información lo pinta como un testigo falso, inventado por la fiscalía para incriminar a un ciudadano que por añadidura estaba a kilómetros del lugar de los de los hechos.

El testigo, quien vive en la miseria, de repente aparece representado por abogados de los que cobran más caro y exigen reparación del daño y que se retire de la circulación ese periódico que ha puesto en evidencia la frecuente ilegalidad en que trabaja el Ministerio Público y la indolencia e irresponsabilidad con que se manejan algunos jueces (y no pocos), pues el que lleva el caso ni siquiera conoce al acusado.

Los defensores del despeinado hallaron a una juez a modo, a la que le vale sorbete la libertad de expresión y ésta accede a retirar de la circulación el periódico de marras, pues daña la buena reputación del falso testigo y lo expone a juegos de escarnio a los que es tan afecto el pueblo mexicano. Poco le importa a la juez que el periódico se hubiera limitado a publicar fotos y textos de un juicio que es público en tanto que se ventila un asunto de interés para la sociedad, como lo es todo homicidio; y, si hiciera falta, informar sobre la actuación de los funcionarios al servicio del Estado es un derecho inherente a la democracia.

El caso hipotético que aquí se narra tiene muchas semejanzas con la decisión de Blanca Lobo Domínguez, juez decimosegunda de Distrito en Materia Administrativa, de suspender la exhibición de la película Presunto culpable, cinta que desnuda las miserias del Ministerio Público y la falta de profesionalismo —por decir lo menos— de quienes deberían impartir justicia.

Es, para no darle vueltas, un atentado a la libertad de expresión. La juez Lobo Domínguez ya dio el primer paso. ¿Qué sigue? ¿Sacar del aire estaciones de radio y canales de televisión no gratos para el Poder Judicial? ¿Impedir la circulación de impresos? ¿Establecer la censura previa? Falta que lo permitamos.

De cualquier manera, Spectator le tiene muy malas noticias a la Jueza Blanca Lobo: no se saldrá con la suya. Las comunicaciones electrónicas y el intercambio instantáneo de información a través de la red mundial de información están pulverizando todas estas intentonas de censura y bloqueo de información que tanto usted como los que están detrás de usted están tratando de llevar a cabo. Eso se acabó. Y por otro lado, Spectator no tiene la menor intención de remover su fotografía de este documento como tampoco tiene la menor intención de “difuminar” su rostro para que sea irreconocible, el pueblo de México tiene el pleno derecho de conocer la cara de la persona que está en estos momentos en el ojo del huracán, ya que lo que está haciendo usted no es un asunto privado sino un asunto bastante público que atañe a todos los mexicanos. Desde luego, tiene usted en estos momentos la terrible facultad de usar sus poderes omnímodos como Juez del poder federal para emitir una orden judicial con el fin de que todos los documentos de Spectator sean bloqueados en México. ¿Y sabe una cosa? Spectator se lo agradecería profundamente, no sólo porque la medida sería futil e inútil al volver a ser reproducidos en cuestión de unas cuantas horas todos los documentos de Spectator en otro medio como Wordpress o inclusive en el mismo Blogger, sino que el mundo entero tanto dentro como fuera de México se interesaría sobremanera en tomar conocimiento sobre los materiales que una Jueza de México quiere impedir que sean leídos por el resto de los mexicanos, multiplicando aún más con ello la gran cantidad de hits que están siendo acumulados por Spectator en Internet. ¡Adelante! Make my day. Tome usted en cuenta que si los conspiradores que ha estado denunciando Spectator desde el 2006 hubieran creído que bloquear los trabajos de Spectator en México les hubiera sido de ayuda, desde hace mucho tiempo que lo habrían hecho, y se trata de gente muchísimo más poderosa que usted. De cualquier manera, Spectator no pasará aquí dictamen alguno sobre su proceder público, y dejará que sea el mismo pueblo de México el que la juzgue a usted. Y de hecho, la Jueza ha sido juzgada ya por la opinión pública, tal vez se haya percatado de ello.

sábado, 5 de marzo de 2011

El mito del pueblo deicida

Uno de los argumentos “fuertes” de la extrema derecha antisemita contemporánea, que precede incluso a la aparición del Nazismo e incluso a la formación de las corrientes conservadoras que con el tiempo terminarían evolucionando hacia lo que hoy es el extremismo fundamentalista radical de derecha que se ve así mismo como dizque muy cristiano, es la añeja acusación en contra de los judíos colgándoles a todos ellos la culpa por haber matado a su propio Mesías, por haber matado a Jesús de Nazareth, por haber matado a Dios, colgándoles el epíteto de “pueblo deicida”. El argumento del deicidio es uno de los temas más utilizados por la ultraderecha nacional mexicana y por la ultraderecha fascista mundial para darle sustento a sus fantasías locas acerca de la existencia de una gran “conspiración judía masónica comunista” según la cual los judíos, impulsados por una convicción mesiánica que los hace creer que ellos son los elegidos del Supremo Hacedor para dominar al mundo, al presentarse Jesús de Nazareth ante ellos proclamándose como el Mesías anunciado por los profetas y al no llevarlos al dominio del mundo como lo esperaban, le dieron muerte convirtiéndose de este modo en deicidas (la palabra significa “asesinos de Dios”, derivada del griego “caedo” que significa matar y “Deus” que significa Dios). El objeto de esta acusación generalizada es crear un odio intenso en contra de cualquier judío por el solo hecho de ser judío, justificando los linchamientos de judíos que se han llevado a cabo a lo largo de la Historia tales como los famosos progromos efectuados en Rusia.

La acusación generalizada del deicidio formulada en contra de los judíos siempre fue una burda farsa producto de una distorsión grotesca de la realidad histórica, una acusación nutrida y fomentada entre gente ignorante que sabe tanto de la historia de su propio país como lo que pueda saber de la física atómica o de la biología genética. Recientemente, de la Iglesia Católica llegó lo que puede ser considerado uno de los mensajes más claros de repudio hacia la vil táctica ultraderechista de calificar a todos los judíos como el “pueblo deicida”. Y este repudio llegó directamente de la máxima autoridad que pueda haber dentro de la Iglesia Católica, el mismo Papa Benedicto XVI:

El Papa exonera a los judíos por la muerte de Jesús
Associated Press
2 de marzo del 2011

El papa Benedicto XVI hizo una amplia exoneración del pueblo judío en la muerte de Jesucristo en un nuevo libro, en el que desarrolla una de las cuestiones más controversiales y críticas de la cristiandad.

En “Jesús de Nazaret”, del cual se difundieron algunos pasajes el miércoles, el pontífice apela a un análisis bíblico y teológico para explicar por qué no tiene fundamento la afirmación de que los judíos como pueblo fueron responsables por la muerte de Jesús.

Las interpretaciones contrarias se han empleado durante siglos para justificar la persecución de los judíos.

Mientras el Vaticano se ha hecho eco de la conclusión de Benedicto XVI desde hace mucho tiempo, estudiosos judíos dijeron que el argumento desarrollado por el Papa de origen alemán era significativo y contribuirá a combatir el antisemitismo.

“Hay una tendencia humana natural a dar las cosas por sentadas y muy a menudo esto deriva en una falta de lucidez y conciencia” sobre el riesgo del antisemitismo, afirmó el rabino David Rosen, director de asuntos interreligiosos en el Comité Judío Americano y líder en el diálogo judío con el Vaticano.

Señaló que el Vaticano emitió su documento más autorizado sobre la materia en 1965, “Nostra Aetate”, que revolucionó las relaciones de la Iglesia católica con los judíos al afirmar que la muerte de Cristo no podía ser atribuida a los judíos como pueblo ni en esa época ni en la actualidad.

Rosen agregó que las palabras del Papa podrían tener una incidencia mucho mayor debido a que los fieles tienden a leer las Escrituras y comentarios más que los documentos eclesiásticos, en particular los antiguos.

Pero si los judíos no mataron a Jesús de Nazareth, ¿entonces quiénes lo mataron?

Cuando Jesús vino al mundo y convivió entre nosotros, llegó en una época particularmente difícil. El hombre ya no estaba en su etapa de Cromagnon, pero tampoco había comunicaciones masivas. Al proclamar Jesús la igualdad de los hombres ante Dios, elevando al pordiosero a la altura del mismo Emperador romano a quien se le consideraba divino, ese mensaje representaba ya de por sí un desafío a los romanos que tenían ocupada la Palestina. Tarde o temprano los romanos hubieran ido tras él aunque los fariseos y los sacerdotes del Gran Sanedrín se hubieran quedado cruzados de brazos sin hacer nada. En cierta forma, en el mensaje mismo de Jesús ya estaba sellada su suerte, y eso es algo que Jesús siempre supo. Pero encima de esto, al proclamar su calidad como Hijo Unigénito del mismo Dios con la capacidad para perdonar pecados (de acuerdo a las creencias judías, sólo Dios tiene la facultad y el poder para otorgar el perdón de los pecados), podía dar por hecho seguro de que tendría en su contra a la aristocracia sacerdotal judía de aquél entonces. Y la transgresión por la cual sería acusado por esa aristocracia sacerdotal es exactamente la misma transgresión por el cual la Iglesia Católica en otros tiempos envió a una buena cantidad de acusados a la hoguera con la ayuda del Tribunal del Santo Oficio: blasfemia y herejía. Esto, desde luego, no es privativo de esas épocas históricas en esa región del mundo. En su obra Sinhué, el egipcio inspirada en el faraón Akenatón de quien se dice que fue el primer gobernante monoteísta de Egipto, Mika Waltari describe un triste fin para el faraón que según él se anticipó a la proclamación de un sólo Dios universal y único. Y aunque buena parte de la obra de Mika Waltari es ficción, lo que no es ficción es que en esos tiempos en casi cualquier parte del mundo a cualquiera que hubiera ido contra la corriente le esperaba un mal destino. Si entre los Aztecas hubiera surgido alguien poniendo en duda toda la mitología azteca ofreciendo una visión religiosa diferente, sin duda el Gran Tlatoani lo habría ordenado ejecutar de alguna manera indigna por haber incurrido en blasfemia y herejía. Si en los tiempos de Mahoma alguien hubiera proclamado entre los musulmanes a Vishnú como el dios verdadero, no se requiere mucha imaginación para saber lo que le habría acontecido a tal predicador al terminar enjuiciado por una comunidad musulmana o inclusive por el mismo Mahoma, acusado de blasfemia y herejía. En esos tiempos, ir en contra de la corriente en cuestiones religiosas significaba una muerte segura, a diferencia de lo que sucede hoy en día en donde si alguien se proclama mensajero divino puede terminar ya sea recluído por sus propios familiares en un manicomio o puede terminar convirtiéndose en multimillonario como Sun Myung Moon y muchos otros “profetas” que lucran con la fé de los demás.

En rigor de verdad y de acuerdo a los Evangelios, Jesús no andaba yendo de un lugar a otro proclamándose de inicio como el Mesías. Tan es así que de acuerdo con el Evangelio según San Marcos (Marcos 8:29) cuando le preguntó a sus discípulos “¿quién decís que soy yo?”, el único que acertó con la respuesta correcta fué Simón el pescador, a lo cual Jesús le dijo lo que se reproduce a continuación tomado directamente de los textos (Mateo 16, 13-19):

En aquel tiempo, (13) llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus discípulos:

— ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?

(14) Ellos contestaron:

— Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.

(15) Él les preguntó:

— Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

(16) Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

— Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

(17) Jesús le respondió:

— ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

(18) Ahora te digo yo:

— Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

(19) Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.

Es precisamente aquí cuando se funda la Iglesia Católica y Simón el pescador se convierte en Petro, la piedra angular de la Iglesia, el primer obispo, el principal encargado de la diseminación del Evangelio, el apóstol que con tal misión se trasladaría hasta el mismo corazón del Imperio Romano para morir en la obra tras haber fundado los cimientos que conmocionarían a la historia misma de la humanidad entera como nadie lo ha hecho desde aquél entonces.

Y Pedro Simón era un judío, al igual que todos los demás apóstoles.

El caso es que, al ser confrontado por sus acusadores en el Gran Sanedrín, y presuntamente al aceptar ser el Hijo Unigénito de Dios ante la casta sacerdotal, la ira de estos cayó de inmediato sobre Jesús. Sin embargo, y aunque no les hubieran faltado ganas de condenar a Jesús a su muerte por incurrir en los delitos de blasfemia y herejía, los sacerdotes estaban atados de manos en virtud de la ocupación romana, la aplicación de este tipo de castigo inclusive para este tipo de delitos era atribución exclusiva de los romanos. Es por ello que tuvieron que recurrir trasladar a Jesús primero ante Herodes para ver si él tenía atribuciones para tal cosa, y como no las tenía, se lavó las manos y envió a Jesús al romano Poncio Pilatos, al cual se le ha pretendido aminorarle su culpa histórica mediante el argumento de que Pilatos no quería cargar sobre su conciencia el acto de crucifixión de un predicador optando mejor por lavarse las manos del crimen. Sin embargo, Jesús no fue ni el primero ni el único que fue crucificado en Palestina en los tiempos de Poncio Pilatos; ya que Pilatos envió a su crucifixión a muchos otros, y muchos historiadores tienen la certeza de que a base de tantas crucifixiones Pilatos había desarrollado una indiferencia hacia la atrocidad de este castigo, del mismo modo que al que ya ha asesinado por lo menos una vez no le resulta tan difícil cometer su segundo asesinato así como todos los asesinatos posteriores. ¿Por qué habría de sentirse tan culpable en enviar a su crucifixión a un predicador un procurador romano para el cual las crucifixiones llevadas a cabo bajo su mando eran su modo de vida? Y no hay que olvidar que los bárbaros latigazos que le fueron dados a Jesús (los romanos no usaban una simple correa hecha de cuero, usaban una correa revestida de clavos y picos metálicos puntiagudos con la finalidad de penetrar en la carne y sacarla fuera una vez dado el latigazo) fueron latigazos ordenados por el mismo Poncio Pilatos. Si Jesús no hubiera muerto en la cruz, posiblemente habría muerto a consecuencia de los latigazos, de tal dureza era el castigo. Y este suplicio jamás fue algo que practicaran entre las comunidades judías de antaño para imponer un castigo, el látigo romano era un tormento romano de principio a fin, imposible intentar echarle la culpa a los judíos por ello. ¿Por qué habría de sentir culpabilidad alguna en el caso de Jesús un procurador romano que hacía tales cosas?

Y si bien ultimadamente fue una chusma enardecida la que pidió la crucifixión de Jesús, no es posible aceptar que entre esa chusma estuvieran los muchos enfermos que fueron sanados por Jesús, ni los muchos que ya se habían convertido hacia su mensaje. Estos no fueron los que condenaron a muerte a Jesús. El que condenó a muerte a Jesús fue un procurador romano investido con los poderes otorgados por el Senado Romano y por el Emperador romano para tal cosa. Los que clavaron a Jesús en la cruz fueron soldados romanos al servicio del Imperio Romano. Obviamente los primeros cristianos, que estaban interesados en extender el mensaje de fé de Jesús a través del Imperio Romano, no insistieron mucho en estarle echando la culpa y en estarle echando en cara a los romanos que fueron ellos los que clavaron a Jesús en la cruz, ellos y no los judíos, esto no era bueno para las “relaciones públicas” con los romanos a los cuales querían convertir al cristianismo.

Veamos lo que nos comenta el siguiente editorialista:

El pueblo deicida
Miguel Angel Granados Chapa
Plaza Pública
29 de marzo del 2002

Nadie puede ser inteligente y sensible todo el tiempo y respecto de todas las cosas. Ni siquiera José Saramago, cuya prosa admirable, generosa imaginación y pensamiento profundo tanto bien ha prodigado a sus lectores.

Se ha equivocado al comparar la ocupación israelí de territorios palestinos con el exterminio de judíos en Auschwitz. Cayó en una grave imprecisión histórica porque, examinados uno a uno los rasgos que componen cada momento, no guardan parentesco alguno. Pero, sobre todo, como lo ha dictaminado Amos Oz, su par en el espíritu, incurrió en una terrible ceguera moral. Es inexcusable la presencia judía en los territorios ocupados, y lo es en mayor medida la destrucción de vidas y esperanzas que las represalias del Ejército de Israel practican sistemáticamente desde hace más de un año.

Injustificadas una y otras, tienen una explicación: Israel ganó en guerras defensivas tierras de las que debió retirarse inmediamente después de su triunfo, en acatamiento a disposiciones de la ONU. En vez de hacerlo admitió que se practicara un expansionismo inaceptable mediante la fundación de colonias que están en peligro permanente, porque son una provocación permanente. Han dado motivo a tensiones que repetidos intentos de paz no pudieron mitigar, ni siquiera cuando fue devuelta a Palestina una porción de la tierra ocupada manu militari. Una calculada provocación del general Ariel Sharon, que lo condujo a encabezar el gobierno, fue el ingrediente que faltaba en la mezcla de la explosiva situación presente: una guerra que todos los días siega vidas y exacerba odios inarrancables. Las víctimas de Auschwitz estaban todas condenadas a muerte. Más de un millón de personas, el ochenta por ciento judíos, fueron asesinados allí. Vejados, disminuidos, destrozados, su exterminio formaba parte de la Solución final, la siniestra maquinación nazi que pretendió eliminar a todo hebreo viviente y que alcanzó a asesinar a 6 millones. La intensión, la magnitud, el método de la destrucción en Auschwitz son incomparables, aunque ello en nada atenúa su propia gravedad, con la muerte de palestinos. No en balde Elie Wiesel, como Saramago Premio Nobel, y superviviente de aquel campo de la muerte demoniaca pudo escribir, con el corazón arrncado, que “en Auschwitz no sólo murió el hombre sino también la idea del hombre”. Una sola víctima palestina no importa menos que seis millones de judíos. Pero tampoco son menos importantes las víctimas del terrorismo palestino, como las causadas apenas anteayer en un hotel de Netania. El atentado suicida, que provocó por lo menos 16 muertos y más de cien heridos, ocurrió mientras Saramago y otras figuras célebres expresaban en Gaza y Cisjordania su solidaridad a los palestinos. Personas dedicadas a la creación, su espíritu debería permitirles comprender que no es necesario minusvaluar el dolor ajeno para subrayar el que se toma como propio. Aunque no sea banal en modo alguno la muerte y la pesadumbre palestina, la comparación de Saramago conduce a justificar la muerte y la pesadumbre de judíos, en 1945 y ahora. Una expresión así alimenta esa perversión, esa enfermedad llamada antisemitismo.

Estas líneas aparecen el Viernes Santo, el día en que los cristianos recuerdan la crucifixión de quien su fe les dice que es Dios hecho hombre. El aceptado sacrificio de Jesús fue un acto de amor a la humanidad que, sin embargo, generó después una concepción abrumadoramente torpe y absurda, provocadora de consecuencias atroces, la de que los judíos todos, los de aquella época y los de todos los tiempos, son culpables personalmente de la muerte de Cristo. Todavía en mi adolescencia el rito funerario de esta fecha incluía una referencia a “los pérfidos judíos”.

Leo en estos días, por instrucciones de don Julio Scherer, una biografía de Eugenio Pacelli, Pio XII, El Papa de Hitler. El título condensa la terrible conclusión del autor John Cornwell, historiador católico, profesor en Cambridge. Su propósito inicial era escribir un libro que permitiera formarse “una idea imparcial de Pacelli” y acaso aliviara su imagen de pontífice intolerante. Pero al cabo de una indagación que le causó un “shock moral”, comprobó que el exhaustivo material “no conducía a una exoneración sino por el contrario a una acusación aun más grave contra su persona”. En su propósito de reafirmar el poder papal, Pio XII condujo “a la Iglesia católica a la complicidad con las fuerzas más oscuras de la época”. Cornwell halló pruebas “de que Pacelli había mostrado desde muy pronto una innegable antipatía hacia los judíos, y de que su diplomacia en Alemania en los años treinta le había llevado a traicionar a las asociaciones políticas católicas que podrían haberse opuesto al régimen de Hitler e impedido la Solución final”.

No es una noción nueva. Ya el célebre teólogo suizo Hans Kung había expuesto algunas de sus líneas fundamentales, incluido el hecho evidente de que Roma no reconoció a Israel sino hasta después de 1958, año en que murió Pio XII. Su sucesor Juan XXIII caminó en dirección contraria e impulsó el Concilio Vaticano II, una de cuyas conclusiones, que ya no pudo conocer, decreta que la muerte de Cristo “no puede ser imputada ni indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los de hoy” y que por lo tanto debe suprimirse la idea de que los judíos “sean réprobos de Dios y malditos”.

Sólo en 1965 hizo la Iglesia católica esta proclamación, contraria a una creencia que produjo infinito dolor.

¿Quién mató a Jesús de Nazareth?

Los romanos. Simple y sencillamente, los romanos. Independientemente del juicio que se llevó a cabo en contra de Jesús en el Sanhedrín bajo la máno férrea del Sumo Sacerdote, bajo Anás y Caifás, el juicio que condenó a Jesús de Nazareth a su muerte fue un juicio romano de principio a fin, llevado a cabo por un procurador romano, Poncio Pilatos, como también lo fué el bárbaro método utilizado para la aplicación del castigo. La crucifixión jamás fue un método de castigo utilizado por los judíos de aquellos tiempos, y la gran mayoría de los judíos se habrían horrorizado de ver a uno de ellos clavado en una cruz por grande que hubieran sido los delitos de los que se le acusaba al ajusticiado. La cruxificción fue un método de ejecución romano en su totalidad, el cual sin embargo no fue idea original de ellos ya que el mismo Alejandro Magno lo llegó a utilizar ampliamente en sus guerras de conquista. Pero entonces, ¿por qué echarle toda la culpa a los judíos del asunto? Por la simple razón de que la conversión del Imperio Romano hacia el Cristianismo se llevó a cabo oficialmente bajo el Emperador Constantino, el cual de cualquier modo se mantuvo como un pagano hasta su lecho de muerte en donde tuvo que ser bautizado a toda prisa para que pudiera él también morir como un cristiano. Constantino, un político pragmático, necesitaba llevar a cabo una refundación de Roma sobre nuevas bases, y la mitología romana basada en la mitología griega con su colección de fábulas y dioses y semidioses ya no servía para tal propósito. Y justo en esos tiempos paganos encontraba eco en el Imperio Romano el mensaje de un predicador judío que proclamó la existencia de un solo Dios, todopoderoso, creador de Cielo y Tierra, de todo lo visible y lo invisible, el Dios de los judíos que ahora por obra de Jesús extendía el pacto y el mensaje hacia la humanidad entera. Este era justo el mensaje que Constantino necesitaba para refundar al Imperio Romano bajo una nueva religión que unificara a todo el imperio. Pero persistía el espinoso problema de que ese predicador judío que en su momento se proclamó como el Mesías fue juzgado por un tribunal romano y crucificado en una cruz romana bajo la custodia de soldados romanos. ¿Cómo quitarle de encima este enorme peso al Imperio Romano? Pues de la manera más sencilla; echándole la culpa en su totalidad a los mismos judíos de la pasión y muerte del Maestro de Nazareth. Visto desde esta óptica, fue el mismo Constantino el que le echó el peso de la culpa a los judíos en su totalidad, inclusive al 99 por ciento de aquellos que por no vivir en Jerusalén ni estuvieron presentes en los juicios en los cuales Jesús fue condenado a muerte ni tuvieron cosa alguna que ver con la crucifixión en sí. Así de fácil. Todos deicidas, todos malos. Cuesta trabajo creer que esta filosofía pasara tan fácilmente por alto el hecho de que las primeras comunidades cristianas en lo que es hoy la Palestina estaban compuestas casi en su totalidad por judíos que tomaron el mensaje de Jesús aceptándolo como su Redentor. Los apóstoles de Jesús fueron judíos todos ellos. Y hasta el primer gran perseguidor de cristianos que bajo la influencia de los fariseos arremetió duramente en contra de ellos y que después terminó convertiéndose al cristianismo para ser uno de los más grandes hombres de los que puede presumir la Iglesia Católica, San Pablo, era un judío de nombre Saulo. Si los judíos en su totalidad como lo proclama la ultraderecha en su desquiciante propaganda realmente hubieran sido un pueblo deicida, el cristianismo habría terminado muerto en sus mismos orígenes por falta de quórum.

Si bien es cierto que hubo una cantidad apreciable de judíos que hicieron suyo el mensaje de Jesús, hubo otros que no lo aceptaron, entre ellos ciertamente los miembros del Sanhedrín. Y aunque resulta fácil criticar a quienes no están dispuestos a cambiar la religión de todas sus vidas, la religión de sus ancestros, la religión de sus padres, los valores con los que fue educado, por otra religión que aunque esté basada en mucho de lo mismo sigue siendo a fin de cuentas otra religión, hay que meditar que un cambio de religión cuando es tomado con toda la seriedad que amerita es un salto enorme que muchos no están dispuestos a dar tan fácilmente. ¿Se podría confiar realmente en algún individuo que esté dispuesto a cambiar la religión de toda su vida por otra con la facilidad con la cual se cambia de camisa? ¿Se podría confiar realmente en una persona con tal volatilidad de valores? Se puede, desde luego, tratar de recurrir al gran garrote como lo hicieron en su momento los Reyes Católicos de España, obteniendo una conversión de religión forzada en donde no hay una verdadera conversión genuina que resulta de una meditación sincera y una autoreflexión profunda que lleva a la persona a dar por sí sola ese salto enorme sin necesidad de que se requieran medios coercitivos. Si alguien, después de haber recabado toda la información disponible a su alcance y después de haber recabado las opiniones más educadas a las que pueda acceder, decide convertirse en un musulmán después de haber practicado el hinduísmo toda su vida, o si decide convertirse al budismo después de haber sido un cristiano de nacimiento, ese alguien merece cierto reconocimiento por un paso que no habrá sido fácil de dar, y sus nuevas convicciones espirituales deben ser objeto de respeto aunque no estemos de acuerdo con ellas.

Un factor crucial para continuar propalando el mito de los judíos como “pueblo deicida” es la labor “cultural” llevada a cabo por muchos tipos tales como Mel Gibson:





el cual en su famosa película La Pasión de Cristo puso deliberadamente tintes antijudíos. Esto motivó que se le acusara a Mel Gibson de ser antisemita, a lo cual los intelectuales de la extrema derecha que salieron en defensa suya respondieron señalando que no había fundamentos para hacer tales acusaciones. Sin embargo, es una verdad innegable que Mel Gibson es, en efecto, un antisemita. Esto quedó documentado y al descubierto cuando al ponerse una borrachera que le permitió abrir su boca de más Mel Gibson abrió su boca de más sin darse cuenta de que las barbaridades que dijo quedarían documentadas en el reporte policial. De este modo, el director de cine cuyas presuntas escenas antisemitas en su famosa película eran defendidas como magistrales representaciones de la realidad terminaron exhibidas como lo que realmente son, inuendos antisemitas disfrazados magistralmente pero con la obvia intención de llegar por la vía del subconsciente a los cinéfilos. Y por la clase de comentarios que hizo al abrir su boca, no sólo se expuso a sí mismo como un redomado antisemita. Se expuso a sí mismo como un ultraderechista. Sus palabras textuales diciendo “Malditos judíos... los judíos son responsables de todas las guerras de la humanidad” lo exhibieron tal y como lo que realmente es. La acusación formulada por Mel Gibson acusando a los judíos de una manera absolutamente generalizada (digna de un tipo con un bajo grado de cultura y conocimientos) de ser responsables de todas las guerras de la humanidad es exactamente la misma acusación que formuló Adolfo Hitler en su “testamento” elaborado poco antes de suicidarse en un acto supremo de cobardía, acusando a todos los judíos de haber empujado a la Alemania Nazi a la guerra. Al “testamento de Hitler” cualquier historiador serio le habría respondido a Hitler si es que no se hubiera volado la tapa de los sesos: “¿Te obligaron los judíos encañonándote con una pistola en la cabeza a llevar a cabo el primero de septiembre de 1939 tu brutal invasión de Polonia que fue a final de cuentas lo que detonó la Segunda Guerra Mundial? ¿Te obligaron los judíos encañonándote con una pistola en la cabeza a ordenar la estúpida invasión de Rusia con la operación Barbaroja justo cuando Alemania estaba ya seriamente comprometida por culpa tuya con otra guerra en el frente occidental? ¿Te obligaron los judíos a invadir Francia para instalar allí un gobierno títere afín a los intereses expansionistas del Nazismo alemán? ¿Te obligaron los judíos a enviar a la Legión Cóndor a España para llevar a cabo un bárbaro bombardeo en contra de la población civil española? ¿Por qué insistes en culpar a los judíos por todas tus pifias y tus errores, errores y pifias cometidos por un hombre insano que terminó por perder por completo la razón llegando al extremo de quitarse cobardemente su propia vida por su propia mano en lugar de tener al menos la valentía militar de salir con un fusil afuera de su búnker para morir con algo de honor peleando fusil en mano acompañando a los niños alemanes a los cuales obligastes a salir a pelear en su nombre a las afueras de Berlín? Agresor, mentiroso, cobarde, y traidor, y al final loco (pero de cualquier manera glorificado y “exonerado” de toda culpa por los literatos de la ultraderecha tales como Salvador Borrego y Joaquín Bochaca). Ese es tu verdadero testamento que dejaron no tus palabras sino tus acciones.” Y en lo que toca a Mel Gibson, cualquier historiador serio podría responderle en este mismo momento: “Dices que los judíos son los culpables de todas las guerras de la humanidad. ¿Obligaron los judíos a los Reyes Católicos de España a despachar al recién descubierto continente americano a una horda de Conquistadores-saqueadores encabezados por los militares genocidas Hernán Cortés y Francisco Pizarro con la finalidad de llevar a cabo uno de los mayores genocidios de la Historia cometidos en contra de los pueblos nativos de América? ¿Cómo podrían haber sido culpables los judíos de estas atroces invasiones si ya habían sido expulsados de España por los Reyes Católicos desde antes del descubrimiento de América? ¿Obligaron los judíos a los nobles de las cortes europeas a llevar a cabo sus brutales políticas de colonización de Africa, tales como las que practicó el genocida Leopoldo II de Bélgica? Y esto es sólo para abrir la discusión porque hay mucha más tela de donde cortar.”

Generalmente, cuando un antisemita es lo que es por ser un ultraderechista, no puede evitar el “tomar prestadas” otras características que distinguen a esta clase de gente. Los ultraderechistas son, por regla general, homofóbicos en grado extremo (algo así como el ultraderechista Gobernador de Jalisco Etilio González Márquez a quien los homosexuales le causan “asquito”). Y resulta que también Mel Gibson es homofóbico; su odio atroz en contra de los homosexuales fue revelado por la actriz Winona Ryder cuando Mel Gibson no pudo contener su boquita por estar borracho. Además de ser homofóbicos, son también gente con propensión a la violencia, gente desequilibrada que pierde fácilmente el control. Y Mel Gibson también ya dió muestras de esto con las palizas que le puso a su esposa la pianista rusa Oksana Grigorieva de lo cual los medios sensacionalistas han dado buena cuenta de ello. La violencia intrafamiliar es una característica distintiva que permite clasificar a estos seres patológicos, desequilibrados, que viven más de mitos y de fantasías creadas por sus impulsos y desvaríos que de realidades sopesadas con el uso acertado de la lógica y la razón. El (mal) ejemplo dado por Mel Gibson es emblemático en el sentido de que demuestra que esta clase de individuos muchas veces logra disfrazarse ocultando muy bien su ideología ultraderechista porque son maestros del engaño; a Mel Gibson no se le conocieron sus sentimientos antisemitas ni su homofobia ni su propensión a la violencia cuando comenzó su carrera como actor haciendo las películas de Mad Max en Australia; del mismo modo que una gran cantidad de militantes de la clandestina Organización Nacional del Yunque y de la sociedad secreta Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara ocultan su verdadero rostro con una habilidad tan extraordinaria que muchas veces ni siquiera sus novias o inclusive sus propios padres saben en lo que realmente están metidos cuando han sido indoctrinados y juramentados dentro de cualquiera de estas terribles organizaciones secretas, misma razón por la cual a estos individuos no les resulta muy difícil infiltrar, simular, engañar, desviar la atención, y fingir lo que no son incrustándose en puestos importantes del gobierno y de la sociedad para promover los intereses de sus cofradías. Y es precisamente esta clase de tipos incultos los que se encargan de propagar y mantener vivos mitos como la fantasía del “pueblo deicida” que el mismo Papa Benedicto XVI se ha visto en la necesidad de tratar de desmitificar y tratar de ponerle un alto al menos entre los que verdaderamente han decidido seguir las enseñanzas de Cristo Jesús.