viernes, 26 de febrero de 2010

La bestia rubia

En la historia del Nazismo alemán y en los anales de la ultraderecha contemporánea en sus versiones tergiversadas de la Historia, posiblemente fuera de Hitler no ha habido otro Nazi tan llorado, tan ensalzado y tan glorificado como el calculador y frío multiasesino serial Reinhard Heydrich, el carnicero de Praga, epítome de la insana maquinaria criminal perfeccionada para implantar a sangre y fuego alrededor del mundo el terrible Imperio que debería durar mil años:





Su labor principal consistió en mantener el orden entre la población de los países ocupados, tarea que llevó a cabo con tal implacabilidad que en 1941 fue nombrado “protector del Reich” en Bohemia y Moravia. Ejecutó a trescientos ciudadanos checos en cinco semanas, y cometió acciones similares en Noruega, Holanda y Francia, por lo que se ganó el apodo de “el carnicero”. Ciertamente, era todo lo contrario del proverbial hombre con “corazón de oro” que se distingue por ser compasivo, paciente, humanitario y comprensivo. El mismo Hitler lo llamó “el hombre del corazón de hierro”, pero más como un elogio a su demencial frialdad y desprecio a la vida humana que como una alusión a la indiferencia de este sanguinario carnicero hacia la dignidad de los vencidos. Aunque Reinhard Heydrich era muy calculador y desconfiado, además de eficiente y carente de escrúpulos al cual nada parecía escapársele de las manos (para muchos era el Nazi perfecto), la emboscada en la que murió llevada a cabo bajo el nombre código Operación Antropoide fue posible porque Heydrich se trasladaba de un lugar a otro sin una escolta mínima de protección creyendo que nadie tendría las agallas para intentar algo en su contra, lo cual es confirmado por las siguientes fotografías históricas del lugar de los hechos:







Es tiempo ahora de hacer una aclaración de algo que tiene que ser aclarado. La propaganda basura de la extrema derecha afirma que Reinhard Heydrich fue asesinado por unos “paracadistas judíos”. En la enorme compilación de mentiras titulada “Derrota Mundial” urdida bajo la pluma del falaz revisionista Salvador Borrego, aparece la siguiente afirmación en la Segunda Parte del capítulo VIII bajo el rubro “700 KM DE AVANCE HASTA KALATSCH”:

Reynhard Heydrich (de los servicios de seguridad del Reich) le pisaba ya los talones a Canaris. Había reunido datos suficientes para desenmascararlo ante Hitler (¿cuáles datos?, ¿en dónde están?, ¿cómo supo ésto Salvador Borrego?), pero precisamente en esos días Heydrich fue asesinado cerca de Lídice, Bohemia, por paracaidistas que arrojaron los ingleses. Al parecer el jefe (¿?) de esos paracaidistas era el judío Peretz Golstein o alguno de sus compañeros.

En los hechos, los ejecutores de Heydrich fueron Jan Kubiš:





y Jozef Gabcík:





a quienes podemos ver juntos en la siguiente fotografía:





y que de judíos no tenían absolutamente nada (Kubis era un soldado del ejército de Checoslovaquia y Gabcík era un paramilitar eslovaco de rango rotsmistr que equivale aproximadamente al rango de sargento), los cuales después de haber sido traicionados por Karel Curda (un miembro de su grupo de ataque) fueron descubiertos el 18 de junio de 1942 en la iglesia de San Cirilo y San Metodio en Praga, donde fueron muertos tras dos horas de una dura balacera sostenida en contra de una compañía de las SS. En premio por su traición, los Nazis le dieron a Karel Curda un millón de marcos alemanes, una nueva identidad bajo el nombre “Karl Jerhot”, y una esposa alemana. Sin embargo, quiso el destino que tras la derrota de la Alemania Nazi el traidor fuera descubierto, llevado a juicio (algo que los Nazis nunca hicieron con sus millares de víctimas para las cuales no había sistema de justicia alguno) y colgado por traición en la prisión de Pankrác, la misma prisión en la que los dementes oficiales Nazis encontraron afición y gusto por guillotinar entre el 5 de abril de 1943 y el 26 de abril de 1954 a 1,079 detenidos que por alguna razón de índole burocrática no fueron enviados a los hornos crematorios de los campos de concentración.

Si los dos soldados checoeslovacos que pusieron punto final a los días del cancerbero de Hitler, esa demencial bestia rubia llamada en vida Reinhard Heydrich, hubieran sido realmente judíos, el día de hoy se les estaría honrando como héroes en toda la literatura judía y se les estaría ensalzando de muchas maneras con mausoleos y monumentos erigidos en sus memorias. Sin embargo, no aparecen mencionados como judíos en ninguno de los textos de historia judíos utilizados ya sea en el Estado de Israel o en cualquiera de las comunidades judías alrededor del mundo, porque simple y sencillamente nunca fueron judíos. Más recientemente, los restos de ambos fueron puestos a reposar en el cementerio de Dablice en Praga, el cual no es ningún cementerio judío, ni aparece inscripción judía alguna sobre sus epitafios, como tampoco el Estado de Israel ha hecho reclamo alguno para que se le entreguen los restos con el fin de darles entierro en Israel. Se les hizo judíos sin serlo, con el solo fin de satisfacer los intereses torcidos propios de la literatura chatarra promovida por la extrema derecha. Los hicieron judíos igual que como hicieron judío al piloto norteamericano Coronel Paul Tibbets que comandó el bombardero norteamericano Enola Gay que lanzó la primera bomba atómica sobre Japón (véase la sección de comentarios de la bitácora titulada La Extrema Derecha Mexicana) con la intención descarnada de echarle la culpa a los judíos de ejecutar personalmente una misión que califican de genocida, pero una misión de guerra que a fin de cuentas aceleró la rendición de Japón y acortó la duración de la guerra contribuyendo a la larga a salvar vidas en ambos bandos.

Y en cuanto a Perez Goldstein (su nombre correcto, algo que el revisionista Salvador Borrego jamás se tomó el tiempo para verificar), sí fue un paracaidista judío durante la Segunda Guerra Mundial, pero no tuvo absolutamente nada que ver con la emboscada tendida a Heydrich, ni era un oficial de alto o mediano rango dentro de los cuerpos de paracaidistas de las Fuerzas Aliadas. Llegó primero a Yugoeslavia, y antes de que pudiera hacer nada fue capturado por los Nazis húngaros en Budapest, aparentemente fue enviado al campo de concentración de Oranienburgo, torturado y muy seguramente ejecutado en circunstancias sumamente desagradables (no se ha aclarado aún en forma satisfactoria si terminó sus días en el campo de concentración Mauthausen.

No es posible ubicar a paracaidista judío alguno cerca del lugar de los hechos en Checoeslovaquia en donde fue muerta la bestia rubia. De hecho la intervención de voluntarios judíos enlistados por los ingleses como paracaidístas se reduce a un grupo pequeño de 32 judíos palestinos que forman parte de una historia trágica documentada en el libro Into the Inferno: The Memoir of a Jewish Paratrooper Behind Nazi Lines de Yoel Palgi. Este grupo inició su misión en la primavera de 1944 en Yugoslavia trasladándose posteriormente a Budapest cuando intentaron unirse a la resistencia judía tratando de obstaculizar las deportaciones de civiles a los campos de exterminio nazis. En Budapest fueron traicionados por sus guías que resultaron ser dobles agentes al servicio de los fascistas húngaros, con lo cual terminaron siendo capturados por los Nazis y en su mayoría ejecutados después de horribles y dolorosos tormentos a manos de la Gestapo. Yoel Palgi fue uno que logró escapar de uno de los trenes de deportación y que sobrevivió para contar su historia al resto del mundo. Ahora bien, esta misión se llevó a cabo en la primavera de 1944. ¡Pero la ejecución de Heydrich ocurrió dos años antes, ocurriendo la emboscada el 27 de mayo de 1942! Simple y sencillamente no hay forma en la que paracaidista judío alguno pudiera haber estado en ese lugar en ese entonces al acecho de Reinhard Heydrich. Pero esto no detuvo a Salvador Borrego de distorsionar la Historia a su pleno gusto, creyendo que sus notorias falsedades no serían expuestas a la luz del día como están siendo expuestas hoy. Y su propaganda revisionista está plagada con millares de mentiras y falsedades adicionales, literalmente hablando (parte de las cuales empezó a ser desmenuzada por el grupo investigador autodenominado Alianza Estudiantil Prometeo de la Universidad Iberoamericana). Lo cual no quita ni impide que otros pseudo-historiadores revisionistas como el endurecido fascista de Barcelona llamado Joaquín Bochaca continúen citando constantemente a Salvador Borrego como una de sus “respetables y doctas” fuentes de información.

Aunque la ejecución de Heydrich fue cosa únicamente de dos, siendo posible porque no viajaba con una escolta mínima que podría haber detenido en el lugar de los hechos a sus ejecutores, la represalia de Hitler fue increíblemente brutal, rayana en la locura, el cual descargó su venganza y su ira en contra de 13 mil checoeslovacos que no tuvieron absolutamente nada que ver con la ejecución de Heydrich. El 10 de junio de 1942, todos los hombres mayores de 16 años edad en la ciudad de Lídice, incluyendo ancianos, fueron asesinados a sangre fría sin derecho a ningún tipo de juicio previo, y el poblado entero fue totalmente destruído bajo órdenes directas de Hitler, y como de cualquier modo esta carnicería no fue suficiente para las hordas Nazis, la barbarie se extendió al resto de los habitantes del poblado:







En total, 340 habitantes del pueblo fueron asesinados, 192 hombres, 60 mujeres y 88 niños, tras lo cual los Nazis llevaron el salvajismo de su barbarie al poblado de Ležáky, repitiendo su “gloriosa lucha” en contra de una población indefensa que no contaba armas con qué defenderse ante un invasor que en violación abierta a lo que había acordado la militarista Alemania en el Tratado de Versalles se había armado hasta los dientes para llevar a cabo la invasión y la conquista de Europa. Sobre las horripilantes masacres de Lídice y Ležáky, el envilecido Salvador Borrego no puso en su libro absolutamente nada que valga la pena mencionar, como tampoco puso nada sobre la culpabilidad directa que recae sobre los hombros del enloquecido tirano de Alemania por las masacres llevadas a cabo bajo órdenes suyas. ¿Y cómo habría de hacer tal cosa Salvador Borrego, si en todo su libro se la pasa glorificando a Hitler, calificando a la derrota de Hitler como una “derrota mundial” (el título de su libro) por no haber triunfado el Nazismo en Europa?

Por si acaso alguien duda que los Nazis no tenían la locura criminal como para sacrificar inclusive a los niños, a continuación se dará la lista de los niños de Lídice que hoy son homenajeados como víctimas mártires que sucumbieron a manos de la peor ralea de gente que haya vivido en Europa, la misma gente a la cual alaba literatura basura como la escrita por Salvador Borrego, Joaquín Bochaca y Traian Romanescu:
Josef Brehjca

Josef Bulina

Anna Bulinova
Jaroslava Bulinova
Jiri Cermak

Miloslava Cermakova

Bozena Crmakovya

Jiri Fruhaug
Karel Hejma
Frantiasek Hejma
Jaroslava Hermanova
Marie Hockova
Vara Honzikova
Marie Hockova
Bozena Honzikova
Zdenek Hronik
Bozena Hronikova
Marta Hronikova
Zdenka Hronikova
Vaclav Jadlicka
Karel Kacl
Vara Kafkova
Anna Kaimlova
Jaroslav Kobera
Vaclav Kobera
Milada Koberova
Zdenka Koberova
Hana Kovarovska

Ludmila Kovarovska
Antonin Kozel
Venceslava Krasova
Rudolf Kubela
Frantisek Kulhavy
Jaroslav Kulhavy

Miloslav Liscka
Milada Mikova
Jitka Moravcova
Vaclav Moravec
Karel Mulak
Marie Mulakova
Zdenek Muller
Antonin Nerad
Alena Nova
Milada Novotna
Antonin Pek
Emilie Pelichovska
Vaclav Pelichovska
Josef Pesek
Anna Peskova
Jirina Peskova
Miloslav Petrak
Zdenek Petrak
Jirina Petrakova
Zdenek Petrik
Marie Pitinova
Stepan Podzemaky

Vera Pruchova
Josef Prihodova
Anna Prihodova
Jaroslava Prihodovha

Venceslava Puchmeltrova
Miloslav Radosta
Vaclav Rames
Jaroslava Ramesova
Bozena Rohlova
Jirina Ruzenecka
Jiri Seje
Jirina Souckova
Marie Souckova
Miloslav Souckova
Jarmila Strakova
Ludmila Strakova
Josef Suchy
Wiroslava Syslova
Josef Sroubek
Marie Sroubkova
Jaroslava Storkova
Antonin Urban
Vera Urbanova
Josef Vandrdle
Dagmar Vesela
Karel Vlcek
Jaromir Zelenka
Ivan Zid

Hay un memorial para recordar a estas inocentes víctimas del Nazismo infernal. Es el siguiente:





Las terribles atrocidades cometidas por las hordas Nazis en contra de poblaciones civiles indefensas en represalia por la muerte de un solo oficial Nazi empezaron a llevarse a cabo a partir de junio de 1942, seguidas por muchas otras muertes de civiles de toda Europa a manos de los Nazis sin contar con los cientos de millares que estaban siendo enviados a los campos de exterminio por órdenes directas de ese furioso demonio encarnado llamado Hitler. Tres años después, colmada la paciencia, y ante la negativa del tirano de Alemania de capitular y aceptar la rendición incondicional que los aliados le pedían para poner fin a la guerra, las Fuerzas Aliadas iniciaron un bombardeo sobre la ciudad de Dresde entre el 13 y el 15 de febrero de 1945, un bombardeo que pese a que la literatura ultraderechista mundial le ha atribuído cientos de miles de muertos en realidad ésta parece haber sido una cifra exageradamente inflada desde el principio por los mismos revisionistas con fines propagandísticos, llegando la cifra real a unos 20 mil fallecidos (consúltese para esto el artículo de Sven Felix Kellerhoff publicado el 1 de octubre del 2008 en el diario Die Welt titulado “Bombardement 1945: Zahl der Dresden - Toten viel niedriger als vermutet”, disponible en Internet). La cultura neo-fascista ha lamentado amargamente cada vez que puede el bombardeo aliado en contra de Dresde; cada año ha habido marchas neonazis en Dresde para lamentar el bombardeo aliado en Dresde, pero nunca han mostrado alguna pena o lástima por los civiles indefensos que fueron masacrados sólo para satisfacer los insaciables apetitos de venganza de Hitler por la muerte de su cancerbero predilecto, alegando simple y sencillamente que se trata de “mentiras judías”, siendo esto último algo que se puede desmentir con sólo comprar un boleto de avión para trasladarse a la República Checa y a Eslovaquia para conversar con los habitantes de dichos países acerca de las atrocidades cometidas por los verdugos de Hitler. De cualquier modo, seguramente para los apologistas del Hitlerismo las vidas de todos aquellos inocentes que fueron muertos por órdenes de Hitler incluyendo mujeres y niños valían menos que la vida de una colonia de hormigas justificándose así los crímenes cometidos en nombre de una furia demencial que las bestias de hoy alaban y glorifican. Para los distorsionadores oficiales de la Historia, los que se han identificado a sí mismos como voceros ideológicos de la derecha neo-fascista con todo lo que han escrito, vale mucho más la vida de un carnicero, si es un Nazi o un fascista de nuevo cuño, que las vidas de cien o mil civiles si no son Nazis, aunque no sean judíos, masones, comunistas, homosexuales, negros, chinos, o lo que sea.

El revisionista Salvador Borrego desearía que cada joven en México fuese como Reinhard Heydrich. Por eso dedicó tanto tiempo de su vida a glorificar a tipos como Hitler y Heydrich. El revisionista Joaquín Bochaca también desearía que cada joven en España fuese como Reinhard Heydrich. Por eso ha dedicado tanto tiempo de su vida a glorificar a tipos como Himmler y Heydrich tapándoles sus porquerías. Y Robert Faurisson desearía que cada joven en Francia fuese como Reinhard Heydrich. Por eso ha dedicado tanto tiempo de su vida a glorificar a bestias carniceras como Klaus Barbie y Heydrich. Y el revisionista David Irving desearía que cada joven inglés fuese como Reinhard Heydrich. Por eso ha dedicado tanto tiempo de su vida a tratar de lavarle el cochino trasero a los que bajo el influjo satánico de la cruz gamada descendieron hacia niveles de infrahumanidad casi imposibles de creer en nuestros tiempos. Todos estos tipos están cortados con la misma tijera y representan el mismo anhelo de ver al mundo regresar a la barbarie que tuvo que ser superada dolorosamente a gran costo hace más de medio siglo.

El estudio de Reinhard Heydrich es importante porque se trata del modelo a seguir y a ser imitado por todos aquellos que están siendo reclutados entre las filas paramilitares de la extrema derecha. Después de Hitler, posiblemente la bestia rubia sea el “héroe” más admirado, glorificado y ensalzado tanto por los indoctrinadores de los nuevos fanáticos como por aquellos a quienes les están lavando el cerebro, y se espera de ellos que adopten todo lo que hizo Reinhard Heydrich en vida como el ejemplo a ser imitado: su frialdad, su brutalidad, su inteligencia despiadada y calculadora, su “corazón de hierrro”, su desprecio total hacia la dignidad de otros a quienes considera sus enemigos u obstáculos, en fin, todo lo que fue Reinhard Heydrich en vida. Los líderes esperan que los extremistas que están siendo formados bajo este concepto aspiren cada uno de ellos a ser un Reinhard Heydrich en pequeño, copiándole todo lo que puedan al carnicero supremo. Esos son sus valores, esos son sus ideales, los mismos que los que tendría cualquier joven antes ordinario que ha sido pasado al lado obscuro de la Fuerza, un paso que una vez dado es irreversible.

La siguiente fotografía nos muestra el lugar en el que fue enterrado Reynhard Heydrich (se le iba a construír un enorme mausoleo digno de su fé fanática en el Nazismo, pero esto no fue posible en virtud de que la derrota militar de la Alemania Nazi estaba ya cercana):





La ausencia de la cruz de Cristo es bastante notoria en la tumba de Heydrich. La única cruz que podemos ver sobre su tumba es la cruz gamada del Nazismo, esa ideología fanática que terminó negando la espiritualidad del cristianismo original para terminar reemplazando inclusive a la imagen del Supremo Creador con la imagen del nuevo “dios” de los “arios”, ese “super-hombre” líder de “super-hombres” de esa “super-raza” de nuevos hombres que terminó sumiendo a la humanidad entera en una de sus peores pesadillas. El mismo Reinhard Heydrich, el “Nazi perfecto”, seguramente habría aprobado que su tumba haya sido decorada de tal manera, con la svástica del Nazismo dándole consuelo a su memoria, que al fin y al cabo tipos como la bestia rubia y como aquellos que hoy lo glorifican e idolatran no tienen necesidad alguna de un Dios en el que, a fin de cuentas, nunca han creído.

jueves, 25 de febrero de 2010

Acción y reacción

El descalabrado rumbo que ha estado tomando México bajo el yugo de la dupla derecha-ultraderecha desde que empezó a instalarse en el poder federal en el 2006 tras unas elecciones consideradas por millones de mexicanos como un fraude electoral maquillado y sofisticado no sólo ha provocado disgusto y repulsa entre muchos de los simpatizantes del defenestrado candidato presidencial izquierdista Andrés Manuel López Obrador así como en muchos otros mexicanos que sin tener preferencias políticas específicas han terminado convencidos de que algo anda muy mal en México. También ha provocado la indignación y repulsa en algunos de los más prominentes e importantes militantes del PAN que representaban los ideales originales de dicho partido antes de que empezara a ser infiltrado y manipulado por las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana que ya traían su agenda propia. Uno de ellos es nadie menos que Manuel Clouthier Carrillo:





quien es a su vez hijo del formidable e inolvidable político sinaloense Manuel Clouthier del Rincón, mejor conocido como Maquío, como podemos verlo en la lectura del siguiente editorial:

El Chapo Guzmán, el intocable de Calderón
Alvaro Delgado
Revista Proceso 1737
13 de febrero del 2010

Para el diputado por el PAN Manuel Clouthier Carrillo, el presidente Felipe Calderón ejerce una “narcopolítica” que ya situó a México en un punto de no retorno. Como expresión de ésta, dice el legislador federal a Proceso, en el caso de Sinaloa el cártel que encabeza Joaquín “El Chapo” Guzmán permanece deliberadamente intocado, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Colombia, donde sí se actúa contra los intereses del capo. Entretanto “Los Zetas”, rivales del narco, denuncian en narcomantas que él ha gozado de impunidad durante los nueve años de gestión panista.

Cuna de los más prominentes narcotraficantes de México, como Joaquín El Chapo Guzmán, Sinaloa padece una crisis peor que la de Chihuahua porque, debido a la negligencia del gobierno de Felipe Calderón, se ha consolidado ya como “el modelo de la narcopolítica” en el país, acusa el diputado federal del PAN Manuel Clouthier Carrillo.

“Somos la avanzada de este mugrero que se vive ya en México”, define el hijo de quien fue candidato presidencial del Partido Acción Nacional (PAN) en 1988, Manuel de Jesús Clouthier, y asegura que el contubernio de los políticos con el crimen organizado en Sinaloa, que denomina “el narcopoder”, comienza a “clonarse” en otros estados.

La razón: La “guerra” que Calderón declaró al narcotráfico, al inicio de su gestión, no existe en la entidad. Al contrario, asegura, el régimen calderonista protege al cártel de Sinaloa, que encabeza El Chapo Guzmán, fugitivo desde los primeros meses del sexenio de Vicente Fox.

“El gobierno federal habla de una guerra contra el narcotráfico que en Sinaloa no se ha visto. Se ha golpeado a todos los cárteles y no ha sido proporcional con el de Sinaloa. ¡Eso es evidente! ¡Y si nos preguntan a los sinaloenses, es más evidente!”, exclama.

Pero además, asevera, el gobierno de Calderón hace negocios en Sinaloa promovidos por la administración estatal, como la multimillonaria compra de terrenos –para un desarrollo turístico– propiedad del exgobernador Antonio Toledo Corro, en cuyo sexenio inició el auge del narcotráfico.

“Son cosas muy extrañas”, comenta.

Tras advertir que existe el riesgo de que en las próximas elecciones gane un candidato a gobernador que sea plenamente un narcotraficante, cuando de acuerdo con las encuestas más recientes el PRI tiene una ventaja de dos a uno frente al PAN, Clouthier sentencia que en Sinaloa se está llegando “a un punto de no retorno”.

Y explica: “El punto de no retorno será cuando el costo de combatir al crimen organizado y a la corrupción que genera sea más alto que el costo de tenerlo. Y cuando el costo de combatirlo sea más alto que el costo de tenerlo, nadie le va a entrar”.

Harto de promesas incumplidas y de la arrogancia gubernamental, el diputado federal responsabiliza directamente al presidente Felipe Calderón de no atacar la narcopolítica en Sinaloa –en la cual incluye al gobernador priista Jesús Aguilar Padilla–, y anticipa:

“Eso significa que nos va a costar a los sinaloenses generaciones enteras, porque un cabrón irresponsable –y digo irresponsable porque es su responsabilidad– no tuvo el tamaño de hacer lo que le correspondía por mandato.

El mismo analista escribió poco tiempo después lo siguiente:

La represión del cabrón irresponsable
Alvaro Delgado
Agencia APRO
22 de febrero del 2010

En un país donde la clase política idolatra la mentira, valor supremo de toda componenda, decir la verdad es blasfemia.

Y eso fue lo que ocurrió con el diputado federal Manuel Clouthier Carrillo, contra quien el gobierno de Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional (PAN) activaron, en una estrategia conjunta, un desproporcionado embate para censurarlo y someterlo.

¿La razón? Denunciar públicamente, en una entrevista periodística con este reportero y publicada en el semanario Proceso, que la “guerra” contra el crimen organizado no ha llegado a Sinaloa, cuyo cártel, encabezado por Joaquín El Chapo Guzmán, goza de la protección institucional del gobierno federal:

“El gobierno federal habla de una guerra contra el narcotráfico que en Sinaloa no se ha visto. Se ha golpeado a todos los cárteles y no ha sido proporcional con el cártel de Sinaloa. ¡Eso es evidente! ¡Y si nos preguntan a los sinaloenses es más evidente!”

No sólo eso, sino que Clouthier --ajeno a los recovecos de los políticos del altiplano y con el lenguaje claridoso de los norteños-- se refirió directamente a Calderón por no atacar la “narcopolítica” en Sinaloa:

”Eso significa que nos va a costar a los sinaloenses generaciones enteras porque un cabrón irresponsable --y digo irresponsable porque es su responsabilidad-- no tuvo el tamaño de hacer lo que le correspondía por mandato.”

Aunque la revista Proceso comienza a circular la noche del sábado, para los suscriptores, el domingo comenzaron a cobrar dimensión las palabras del empresario que fue, durante tres lustros, director del diario El Noroeste, de Culiacán, Sinaloa, e hijo de Manuel Clouthier del Rincón, candidato presidencial del PAN en 1988.

Ese mismo diario sinaloense y otro de la Ciudad de México, La Razón, siguieron la información publicada por el semanario y hablaron con el legislador que ratificó, como en decenas de entrevistas más en casi todos los medios, la médula de su afirmación.

Es decir, que el crimen organizado en Sinaloa cuenta con la protección institucional, a tal punto que existe la posibilidad real de que sea gobernado por un narcotraficante, y este modelo está siendo “clonado” en otras entidades del país. Por eso, dijo, el caso Sinaloa es peor aún que el martirio de Chihuahua, particularmente Ciudad Juárez.

El aludido, lastimado en su sensibilidad por ser exhibido como un “cabrón irresponsable” por el hijo del prócer panista, montó en cólera y, desde el fortín militar que habita transitoriamente, emitió la orden de escarmentar al insolente. Y se activaron los mecanismos de represión.

Los cortesanos de Los Pinos, incluido César Nava, creyeron que con el vapuleo contra Clouthier podían, además, “matar” el escándalo por el deleznable pacto de Fernando Gómez Mont con el PRI para aumentar impuestos a cambio de la orfandad electoral del PAN, que había escalado hasta exhibir a Calderón como inepto, mentiroso y sin palabra.

La estrategia, que fundió al gobierno y al PAN en uno solo, salvó a Nava de aclarar su conocimiento y responsabilidad en el arreglo con el PRI, como afirmó Gómez Mont, y con esta lógica de facción ordenada por el déspota se llegó al extremo del ridículo.

Inició la ofensiva nada menos que el próximo exsecretario de Gobernación, quien exhibió, en una carta que envió el miércoles al semanario, un amasijo de números para dar credibilidad a su aserto de que el gobierno federal combate a todas las bandas por igual.

Le siguió la diligencia y diputación del PAN: No sólo se amenazó a Clouthier con deponerlo como diputado federal si no reculaba, sino que el CEN “desautorizó” sus declaraciones, como si se tratara de un militante, que no lo es, y desconociendo lo que establece el artículo 61 constitucional, que establece que los legisladores no pueden ser reconvenidos por sus opiniones.

La ofuscación de Calderón que activó el embate contra Clouthier ha tenido ya respuesta: El legislador no sólo no se ha desdicho, sino que inclusive ha anunciado que se reafiliará al PAN, en el que dejó de militar en 1994, “cuando tenía chiste ser panista, es decir, cuando era ir en contra de todo el establisment, cuando era un panismo generoso, de entrega, y no un panismo de oportunidad en el poder”.

De hecho, en la entrevista con el reportero, había anticipado que podría haber represión: “Si es real que se me está aplicando un castigo, se equivocan: No voy a aprender con esos castigos. Si alguien cree que con eso van a someterme, se equivocan.”

Advertía: “Primero, tengo una escuela que aplica una tesis distinta y lo decía Maquío. Habemos gentes que somos como los toros de lidia: entre más nos pican más embestimos. Segundo, gozo y amo mi independencia y mi libertad. Y tercero: soy un convencido que aun con todas mis limitantes, algo tendré que aportar.”

Y de plano anticipaba: “No sé tragar mierda sin hacer gestos. Me cuesta mucho callar.”

Como parte de la respuesta oficialista dada a las graves acusaciones del hijo de uno de los más distinguidos panistas tradicionales que hayan pasado por las filas del PAN, acusando al gobierno de Felipe Calderón de estar protegiendo al Chapo Guzmán, el mismo 22 de febrero del 2010 el gobierno de México hizo algo que nunca antes había hecho al anunciar el arresto de uno de los más importantes hombres de “El Chapo” Guzmán, José Vázquez Villagrana, “El Jabalí”, presunto operador del “Chapo” Guzmán para el trasiego de cocaína de Centroamérica hacia Estados Unidos, detenido por la Policía Federal en Sonora. Esta oportunísima detención se concretó en Santa Ana, dizque como resultado de un prolongado operativo derivado de las indagatorias iniciadas tras el aseguramiento de un arsenal en abril del 2009 en la misma ciudad. Felipe Calderón daba así triunfal respuesta a las acusaciones del Diputado Clouthier de estar dándole protección al “Chapo” Guzmán, una acusación por la cual en otros países el Presidente sería depuesto de inmediato por las Fuerzas Armadas.

Queda, desde luego, una hipótesis más terrible, la de que haya sido el mismo “Chapo” Guzmán el que entregó a “El Jabalí” para su detención, sacrificándolo a fin de darle una oportunidad a Felipe Calderón de darle pronta respuesta a las acusaciones implicándolo en una abierta protección a una banda del crimen organizada al estarle removiendo a las otras bandas del camino. Esto es algo parecido a lo que sucede en un juego de ajedrez en donde con el fin de obtener la victoria se suele sacrificar una pieza importante, un alfil, un caballo, y hasta una torre, porque lo que importa es el triunfo a como dé lugar y no las piezas individuales. Y si algo no le convenía al “Chapo” Guzmán era que el Presidente Calderón se fuese contra él para salvar su propio pellejo, conociendo la naturaleza irascible y traicionera de Felipe Calderón.

En realidad, el hijo de Manuel Clouthier del Rincón no está dispuesto a dar un solo peso, ni una sola moneda de cobre, por la narcopolítica que está siendo implementada desde la Presidencia de la República por el “espurio” Felipe Calderón. Spectator tampoco.